Este domingo, en horario muy de fútbol, se celebrará en San Mamés un Athletic-Sevilla, que es un clásico de siempre, el típico partido que todo buen aficionado gusta de digerir como los buenos vinos, a sorbos espaciados, deleitándose, que el estómago te haga cosquillas y active los muelles del corazón, porque el fútbol que destilan bilbaínos y sevillanos no es fútbol de garrafón, sino propio de buenos catadores.
Yo sé que tú, rojiblanco o blanquirrojo (los sevillistas son, somos, blanquirrojos), me dirás que ninguno de los dos equipos anda para tirar de cohetería, pero hasta en los túneles de las malas rachas desprenden detalles de calidad y esa chispa que a los aficionados se nos queda prendida.
El Athletic anda en horas bajas. Los equipos de Bielsa suelen tener esos malos arranques en los inicios de cualquier temporada, y más en este ejercicio, donde parece que se vino de una vez una serie de pedruscos que hicieron tambalear al equipo.
El Sevilla no anda muy por allí. El Sevilla, después de vencer al Real Madrid en un partido memorable, después de ver el triunfo ante el Barcelona y ver esfumarse los tres puntos en el último suspiro, ha entrado en una fase de intercambio de golpes que está erosionando la moral del equipo.
La gente de Michel parece que fuera del Ramón Sánchez-Pizjuán adquiere un tinte feo; parece un equipo encogido, espeso en la zona de creación, fallón en defensa y ciego en el ataque. La última salida, en cancha propicia como es La Romareda zaragocista, el Sevilla exhibió todos los defectos que acabo de reseñar y terminó perdiendo. Todos llegamos a una conclusión: el equipo blanco se rajó.
San Mamés, que por cierto es el campo donde históricamente el Sevilla ha ganado más veces, recibirá a un equipo que busca su identidad, un equipo que anda herido porque su gente comienza a cuestionarlo.
Sin embargo, como todas las formaciones de solera, este Sevilla puede dar un golpe en la mesa en el momento menos esperado. De ahí su peligro. Y enfrente se encuentra el Athletic, un Athletic que aprieta los dientes y nunca vuelve la cara. Ni aunque el tiempo ande feo y amenace temporal.
Artículo de JOSE MANUEL GARCIA OTERO. Periodista. Durante 16 años (1986-2001) trabajó en MARCA. Los tres siguientes
fue delegado de AS en Sevilla y los seis años posteriores estuvo en CANAL
SUR. En la actualidad es el director/editor de El Diario Fénix www.eldiariofenix.com También tiene su blog elbutacondelgarci.com y colabora desde su fundación como columnista en elconfidencial.com
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