Aterrizas en Lezama en 1983 procedente del Eibar ¿Cómo se concreta el fichaje?
El Eibar tenía un acuerdo con La Real. Se pidió permiso al conjunto donostiarra por si le podía interesar, como me quiso. Se pusieron en contacto con el Athletic y así se cerró.
En tu primera temporada en el Bilbao Athletic (83-84) el resultado es sobresaliente tanto a nivel personal como colectivo. Cuenta, cuenta...
Fue maravilloso. Javier Clemente me dio mucha confianza desde el primer momento que me subió al primer equipo. Entrenaba con ellos y jugaba La Copa del Rey. ¡Imagínate, tenía 17 años, el filial era líder empatado a puntos con el Castilla de La Quinta del Buitre... fue todo maravilloso!
El 30 de noviembre del 83 debutas con los mayores. Fue en el Nou Camp en la Supercopa ¿Cómo recuerdas aquel momento?
Jugar allí impresiona y si encima es tu primer partido ni te cuento. Fue muy bonito.
Sólo disputas tres partidos, pero tengo en la memoria una imagen de Pizo Gómez con cara de jovencito levantando los trofeos de Liga y Copa en el Ayuntamiento de El Botxo...
Así es, allí estábamos. Fue la útima vez que se sacó La Gabarra, eso es para vivirlo. El recibimiento, vosotros los aficionados... una pasada.
¿Qué supuso el paseo en La Gabarra y ver a un millón de personas al borde de La Ría?
No sé qué decir, pero desde luego es lo más impresionante que he vivido en cuanto a público, era una pasada. Eso no se puede pagar con nada en el mundo y desde luego no se puede olvidar.
Tu explosión en el Athletic llega en el curso 86-87. Participas en 46 encuentros sumando todas las competiciones.
Además, estuve varios meses entre los cuatro primeros jugadores de Europa en el Trofeo Bravo que es el trofeo que se concede a jugadores menores de 23 años. Fue fantástico y maravilloso todo lo que vivimos en Europa.
Y si no me equivoco uno de los momentos más emocionantes en tu carrera el golazo que metes al Magdeburgo en San Mamés en La Copa de La Uefa ¡¡Te vuelves loco eh... jejeje!!
¡Anda, como para no volverme loco, qué pasada, la gente se volvió loca también! Además, pasamos la eliminatoria.
¿Qué significó compartir vestuario con Goiko, Liceranzu, Urkiaga, Argote...?Fueron mis padres en el vestuario, pesos pesados, acojonado estaba con ellos, pero se portaron muy bien. Yo era el más joven e intenté fijarme mucho en ellos, aprender y absorber. Creo que después de lo que he vivido acerté.
¿Por qué no sigues en el Athletic en el verano de 1987? ¿Influyó decisivamente la contratación como técnico de Howard Kendall?
Así es. La verdad es que no estuvieron acertados en esa decisión. Nadie lo entendía, los aficionados tampoco, pero el fútbol es asi. Sobre todo porque la decisión la tomaron a falta de una semana para empezar La Liga. ¡Imagínate qué faena! Encima me dicen que puedo entrenar con ellos, pero que no voy a jugar, bueno se me vino el mundo encima. Cuando no interesas, fuera y no pasa nada. En cambio, si tu te quieres ir, pues aparte de poner todo tipo de problemas, nadie lo entiende, la vida es así. No me derrumbé y salió bien. Creo que se han arrepentido muchas veces.
Y marchas a Osasuna donde tu consolidación en la élite es una auténtica realidad.
Salió muy bien, tuve una gran acogida. Poco a poco el público me cogió cariño y hubo una gran sintonía. Y es cierto que gracias a Osasuna que me dio la oportunidad en ese momento pude estar y seguir en Primera División y llegar a donde he llegado. Siempre estaré agradecido a Osasuna.
A tenor de tu excelente rendimiento, ¿el Athletic piensa en un posible retorno? ¿se produce algún tipo de contacto?
No, dado que me imagino que en aquel momento no podían titrarse piedras contra su propio tejado. ¡Te despido y tras unos años te traigo... Hombre, la opinión pública no lo hubiese entendido bien!
En 1989 fichas por el Atlético de Madrid. Aparte de tus cualidades ¿ayudó la presencia de Javier Clemente? Además, coincides con excompañeros euskaldunes.
En 1989 fichas por el Atlético de Madrid. Aparte de tus cualidades ¿ayudó la presencia de Javier Clemente? Además, coincides con excompañeros euskaldunes.
Seguro, convencido. Ya estaba Goiko, luego vino Ferreira, después Bustingorri. Eso ayudó, sobre todo la presencia de Javier Clemente que me conocía muy bien y fue quien me llevó al Athetic y sin duda sabía de mi rendimiento.
Juegas 38 partidos... y ocupaban el segundo puesto en la jornada 27 cuando de repente Jesús Gil se carga al Rubio de Barakaldo ¿Cómo sentó aquello en el vestuario?
Vas perdiendo protagonismo en el Vicente Calderón y aceptas la llamada de Clemente en el ejercicio 91-92 para culminar la hombrada de salvar al Español. Eran últimos...
No tuve protagonismo porque sufrí una lesion en el maleolo tibial y estuve parado durante once meses. En febrero del 92 ya estaba plenamente recuperado cuando recibí la llamada de Javi. Me vino al pelo, necesitaba volver a jugar y volver a sentir el calor del público. Era complicado, aunque salió estupendo. Cuando alguien confía en ti no te lo piensas y me fui a Barcelona. Fue maravilloso.
Y en la campaña 92-93 otra cesión al Rayo de Camacho. En Vallecas te conviertes en un auténtico ídolo con tu garra y tu buen juego.
Ese año me podía haber quedado en Barcelona. Además, estuvimos negociando, pero a Javi le nombraron seleccionador nacional. Entonces vino otro entrenador al que yo no le debía gustar y dijo que no. Como tenía contrato en Madrid pues para Madrid. Estaba en recuperación todavía y el Atlético estaba más o menos hecho. Llegó la llamada de Camacho, me convenció y además es de mi carácter. Fui para allí a intentar mantener al Rayo en Primera y se consiguió el objetivo.
Nos quedamos todos sorprendidos. Yo me enteré en el coche el lunes de viaje de Pamplona a Madrid, dado que esa jornada tuvimos partido contra Osasuna en El Sadar. No lo podía entender, pero esto funciona así y hay que estar preparado.
De esa época rescatamos un episodio provocado por el inefable señorito Míchel en la M30 ¿Qué fue lo que te dijo?
Paso página.
De esa época rescatamos un episodio provocado por el inefable señorito Míchel en la M30 ¿Qué fue lo que te dijo?
Paso página.
Vas perdiendo protagonismo en el Vicente Calderón y aceptas la llamada de Clemente en el ejercicio 91-92 para culminar la hombrada de salvar al Español. Eran últimos...
No tuve protagonismo porque sufrí una lesion en el maleolo tibial y estuve parado durante once meses. En febrero del 92 ya estaba plenamente recuperado cuando recibí la llamada de Javi. Me vino al pelo, necesitaba volver a jugar y volver a sentir el calor del público. Era complicado, aunque salió estupendo. Cuando alguien confía en ti no te lo piensas y me fui a Barcelona. Fue maravilloso.
Y en la campaña 92-93 otra cesión al Rayo de Camacho. En Vallecas te conviertes en un auténtico ídolo con tu garra y tu buen juego.
Ese año me podía haber quedado en Barcelona. Además, estuvimos negociando, pero a Javi le nombraron seleccionador nacional. Entonces vino otro entrenador al que yo no le debía gustar y dijo que no. Como tenía contrato en Madrid pues para Madrid. Estaba en recuperación todavía y el Atlético estaba más o menos hecho. Llegó la llamada de Camacho, me convenció y además es de mi carácter. Fui para allí a intentar mantener al Rayo en Primera y se consiguió el objetivo.
Regresas al At.Madrid y terminas en Osasuna y el Eibar ¿Quedas satisfecho de tu carrera en la élite o aún perdura esa espinita de no jugar muchos años en el Athletic?
Quedé muy satisfecho. Ganar los títulos que he ganado, jugar en todos los equipos que he jugado, salir de todos ellos bien... Me doy por satisfecho con creces de lo que he hecho y he conseguido. En cuanto a la espinita clavada, no. Son cosas que pasan en el fútbol y hay que aceptarlas. Sin embargo, estoy seguro que una mayoría de aficionados hubiese disfrutado conmigo y todavía, aunque haya pasado tanto tiempo, no entienden mi salida del Athletic.
Cuéntanos aquel golazo desde 35 metros que le metes al equipo de tu pueblo.
Tiene narices que ese gol se lo metiese al Eibar. Bueno, estuvo bien. Me dolió por ser el Eibar y porque en la portería tenía a un gran amigo como era Garmendia.
Quedé muy satisfecho. Ganar los títulos que he ganado, jugar en todos los equipos que he jugado, salir de todos ellos bien... Me doy por satisfecho con creces de lo que he hecho y he conseguido. En cuanto a la espinita clavada, no. Son cosas que pasan en el fútbol y hay que aceptarlas. Sin embargo, estoy seguro que una mayoría de aficionados hubiese disfrutado conmigo y todavía, aunque haya pasado tanto tiempo, no entienden mi salida del Athletic.
Cuéntanos aquel golazo desde 35 metros que le metes al equipo de tu pueblo.
Tiene narices que ese gol se lo metiese al Eibar. Bueno, estuvo bien. Me dolió por ser el Eibar y porque en la portería tenía a un gran amigo como era Garmendia.
Una vez alejado de la práctica futbolística has estado ligado a los medios de comunicación ¿a qué se dedica Pizo Gómez en la actualidad?
Atender a mis negocios, que la vida está muy complicada. Me dedico al mundo empresarial y hay que estar muy metido ahora en ello y reinventarse. Lo cierto es que no me puedo quejar.
Atender a mis negocios, que la vida está muy complicada. Me dedico al mundo empresarial y hay que estar muy metido ahora en ello y reinventarse. Lo cierto es que no me puedo quejar.
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