Lo mejor (I)- Sin duda, el triunfo. No descubro la pólvora. Se aleja la posibilidad del descenso. Debemos mirarnos el ombligo si no queremos hacer el indio la próxima temporada. El señor Urrutia, que debería presentar su dimisión e irse para su casa de Deusto o Lekeitio porque es una auténtica marioneta del señor Arana, tiene que enfocar el problema ya... no estar más parado que el Sagrado Corazón en La Gran Vía de Bilbao.
Lo mejor (II)- La afición de La Catedral. Única en el mundo... con mucha diferencia. Aguantó un auténtico sopor... y sin embargo, animó en todo momento. Se vació a diferencia del Athletic y sólo merece la matrícula de honor. Encima, despidió a los jugadores con aplausos. Eso sólo se ve en nuestro bendito Bilbao.
Lo peor (I)- Fue un partido horroroso, penoso... y no me refiero a buen o mal juego, que esa cuestión me trae sin cuidado. Estoy hablando de un choque donde más de un jugador local estaba en el césped de La Catedral porque su contrato estipulaba que había partido a las cuatro de la tarde (tenían muchísimas ganas de que llegase el minuto 90 para irse a casa a tumbarse en el sillón) y un Mallorca que dio lástima. Está claro por qué el Athletic no baja a Segunda. Mínimo, hay un rival peor que nosotros.
Lo peor (II)- El conjunto bermellón, con un hombre menos y sin hacer nada del otro jueves, dio la sensación de que podía empatar. Es más, pudo hacerlo y nos hubiese entrado un canguelo que no quiero ni imaginar.
Lo peor (III)- Lo de Iraizoz y su jueguito de piernas es lo más lamentable que he visto en mi vida. Parece que lo hace a propósito. Apura, apura... ante el delantero hasta que envía el balón fuera del terreno de juego porque no sabe despejar al lugar adecuado. E hizo unas salidas peligrosísimas de patio de colegio que pudieron costar muy caro.
Lo peor (IV)- Un buen amigo me decía que la razón es que no hay nivel para ofrecer más y que los nervios los atenazan. En cambio, yo discrepaba y le replicaba que los errores en defensa son flagrantes por falta de concentración y contundencia. Perdemos unos balones increíbles, hacemos unos regalos propios de un benjamín, despeja un jugador nuestro y el balón en lugar de ir hacia delante coge destino a Iraizoz (sí, suena a cachondeo, pero eso lo vi varias veces ayer en San Mamés)... un despropósito de padre y muy señor mío.
El dato (I)- La celebración del gol de Llorente (foto). Los futbolistas rojiblancos hicieron una piña en la que sólo faltaba Iraizoz, que no pudo acudir porque estaba muy lejos. Resultó algo muy llamativo. ¿Por qué? Pues arroja un dato significativo. Primero, los jugadores están claramente con Llorente tras el conflicto que ha tenido con el club y con su entrenador. Y segundo adoptan esa posición porque mañana a la hora de su renovación ellos pueden atravesar la misma situación que ha padecido Gary Cooper en el presente curso. Es un aviso a navegantes. Esa teoría de que hicieron piña por los pitos del público es muy relativa...
El dato (II)- Precisamente la crítica a Llorente fue mayoría en La Catedral. En esta ocasión no me pueden contar milongas porque no estaba viendo el partido por la televisión. Estaba en la grada y pitó el 90% de los aficionados rojiblancos. Fue monumental. Y por cierto, un Fernando Llorente que pudo hacer mucho más en dos o tres balones que le enviaron al segundo palo, pero que no estiró la pierna a la hora del remate. Podía sufrir un tirón grave y llegar lesionado a La Juventus. Pobrecito.
El dato (III)- Los gritos de "Bielsa quédate". Que algunos no me vendan motos sin ruedas ni período de garantías. Fueron de la minoría que está detrás de una de las porterías y que está manipulada hasta las trancas, mientras el resto de La Catedral permanecía atenta a lo que sucedía en el partido. El medio que generalice tergiversa la realidad.
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