ESTOY A PUNTO DE MONTAR UN FIESTON

Menuda polvareda se ha generado con el adiós de Laporte. El aficionado rojiblanco no come, no duerme, no sale a la calle... e incluso una ingente cantidad ha entrado en una profunda depresión. Es decir, a muchos se les ha acabado el mundo... y ya se comen el coco pensando si existe el más allá.


Y mientras tanto, yo transito por el diván de la absoluta tranquilidad. Y me acompañan poderosas razones para vivir en este estado de sosiego total. Nos hemos quitado de encima a un defensa supervalorado... súper, súper, súper... y más súper. Un defensa que cada partido comete tres o cuatro fallos propios de un benjamín que cuestan mínimo un gol. Y ahí está la hemeroteca, no es un invento mío. Un defensa que nos pone de los nervios -- sólo a unos cuantos -- con sus estúpidas acciones en la retaguardia queriendo sacar el balón jugado una y otra vez en situaciones muy comprometidas en lugar de despejar el esférico al quinto pino que es lo más normal. Y digo sólo a unos cuantos nos entra la cardiaquera porque está más que demostrado que Laporte es venerado y admirado por muchísimos aficionados a pesar, insisto, de que su catarata de errores propios de un benjamín es tan grande como el Teide.


Yo estoy más contento que un niño de cuatro años cuando le regalan el equipaje del mejor equipo del mundo, EL ATHLETIC. ¡¡¡Nos han dado 65 millones de euros por un defensa normalito, muy normalito!!! Y ya me pueden decir que no tengo ni puta idea de fútbol. Cada uno que opine lo que quiera libremente. Yo digo lo que pienso. Estoy a punto de montar un fiestón aquí en el Puerto de la Cruz porque encima leo que puede venir Iñigo Martínez, un defensa con dos cojones que sabe cuando hay que jugar la pelota y cuando mandarla pa el tercer anfiteatro. Agur Laporte. Que te vaya bien.